sábado, 16 de junio de 2012

La carta de Alex a su madre!!!

Querida mamá,

Nos gustaría decirte lo contentos que estamos de que hayas despertado. Has demostrado una gran fortaleza y espíritu de lucha, y estamos muy orgullosos de ti por eso. Por ello, estamos convencidos de que aunque ahora no puedas recordar todo lo que ocurrió antes de que estuvieras en coma, pronto lo conseguirás, nosotros haremos todo lo que esté en nuestras manos para ayudarte a hacerlo, por eso te escribimos esta carta. Lo mejor será que leas despacito, con una bebida al lado para ayudarte a refrescar las ideas. Te hemos dejado una cocacola en la mesilla de noche, pero si, hubieras despertado tan solo unos meses antes, te hubieras encontrado una Vita Cola.

Lo que has olvidado ha sido una guerra, mamá, una guerra que nunca llegó a desencadenarse pero que siempre amenazaba con hacerlo. Una guerra que dividió al mundo tal y como dividió Berlín y lo mantuvo en vilo, a la espera, siempre a la espera. Los Estados Unidos y la Unión Soviética llevan años rivalizando por el control del mundo, y por eso han intervenido en las guerras civiles de muchos países, intentando imponer su ideología. Primero fue en Corea, cuando Corea del Norte, presidida por Kim II Sung, intentó anexionarse Corea del Sur y fracasó, luego, con la invasión soviética a Hungría y, más tarde, con  la revolución cubana, liderada por Fidel Castro y el Che Guevara, que acabó con la gran influencia de Estados Unidos en Cuba e inició la de la URSS. Las tensiones no hicieron sino aumentar con la visita de J. F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos, a Berlín, en respuesta a la construcción del muro del Berlín por parte de la URSS para evitar que nosotros pudiéramos escapar a Berlín occidental en busca de una vida mejor. Puede que no fuéramos superiores en todo, pero también tuvimos nuestros triunfos, como la guerra de Vietnam, en la que superamos a Estados Unidos aun con toda su supuesta superioridad armamentística. Por esa época Breznev era el máximo dirigente de la Unión Soviética, y fue el momento de mayor expansión del bloque comunista. Al conflicto de Vietnam le sucedió la invasión de Checoeslovaquia, y, más tarde, la invasión de Afganistán, cuyas consecuencias trascenderían el ámbito militar y provocarían que la Unión Soviética y Estados Unidos se boicotearan mutuamente en las Olimpiadas de 1980 y 1984, negándose a participar en las que se celebraban en el país rival. Fueron las Olimpiadas más aburridas de la historia. Con todo, los últimos años de la guerra fría fueron los más distendidos. Gorbachov, el presidente de entonces, no pudo poner freno a la desintegración del bloque soviético y Reagan, el presidente de Estados Unidos, mantuvo el tipo. La Guerra Fría acabó con la caída del muro de Berlín.

Los dos bloques no nos enfrentamos únicamente militarme, también hubo una gran carrera armamentísticas (todos hemos tenido alguna vez pesadillas en las que se desencadena la Tercera Guerra Mundial y nos cae un misil balístico intercontinental o un euromisil a la cabeza) y una carrera armamentística, en la que nos enfrentamos a la NASA. Nosotros fuimos los primeros en mandar un hombre al espacio, Yuri Gagarin, gracias al programa Soyuz, pero al final ellos consiguieron enviar un hombre a la luna antes que nosotros y fuimos derrotados.

Durante esos años fuimos, en cierta forma, el centro del mundo. Después de la Segunda Guerra  Mundial, Berlín quedó divida en dos: Berlín occidental y nosotros, Berlín Oriental. Se crearon dos estados diferentes con cancilleres diferentes: Walter Ulbricht, líder del Partido Socielista Unificado y presidente de nuestra nación, la DDR, y Konrad Adenauer, presidente de la República Federal Alemana. Hubo incluso un canciller socialista en la RFA, Willy Brandt. Cada Alemania tenía incluso su propio equipo de fútbol, y competían los unos contra los otros en las competiciones internacionales. En un Mundial nuestra selección llegó incluso a ganarle a la de la República Federal Alemana, y aunque al final fueron ellos los que ganaron el Mundial, el futbolista que marcó uno de los otros, Sparwasser, se convirtió en un héroe nacional. Luego huyó a la RFA, pero bueno, mamá, esa es otra historia. Cuando el muro cayó, apenas un mes después del 40 aniversario de la fundación de la DDR, Erich Honecker era el presidente de la República Demócrativa Alemana.

Hasta entonces, en Berlín, como en el resto de la Unión Soviética, estábamos viviendo con una economía controlada por el Estado. Las casas nos las daba el Estado, la ropa la fabricaba el Estado, la comida la producía el Estado, y tú, mamá, te dedicabas a enviar cartas para que los productos se ajustaran más a nuestros gustos y necesidades. Había una única marca de cada cosa. En Rusia había un modelo de coche, el Lada, y aquí otro, el Trabant. Había que pedirlo, y te lo daban seis años después. A nosotros solo nos faltaba tres años para que nos dieran el nuestro cuando cayó el muro y pudimos ir a comprarlo a un concesionario donde te lo daban inmediatamente. Tomamos partido en la carrera espacial: Sigmun Jamh, el primer alemán en ir al espacio, fue mi ídolo cuando era un niño. Había asociaciones juveniles, los pioneros, con las que tú colaborabas como voluntaria dirigiendo grupos de canto y participando en campamentos y actividades extraescolares con los niños. Mi hermana y yo fuimos pioneros cuando éramos pequeños. Tu entrega y tu lealtad al partido hicieron que te concedieran un premio a ciudada ejemplar, mamá.

No era perfecto. No podíamos tener todas las cosas que nos hubieran gustado de la manera que nos hubiera gustado. No podíamos elegir a nuestros representantes y podíamos ir a la cárcel por criticar al partido. No era el país ideal en el que vivir, pero, ¿cuál lo es? Ahora tenemos todas esas cosas y mucha gente se está muriendo de hambre por no poder encontrar trabajo. Puede que mi hermana y yo no tuviéramos la mejor de las infancias en la República Democrática Alemana, pero fuimos muy felices, y todo gracias a ti, que siempre estuviste ahí para cuidarnos, enseñarnos y ayudarnos en lo que necesitábamos. Eres la mejor, mamá, y la persona más fuerte que he conocido en toda mi vida. Sigmun Jamh ni siquiera te llega a la suela de los zapatos. Por eso estamos convencidos de que te recuperarás y recuperarás la memoria. Y si no lo haces, no importa, nosotros lo recordaremos por ti y estaremos a tu lado pase lo que pase, tal y como tú has estado al nuestro.

1 comentario:

  1. Completada la evaluación del blog. Felicitarte por el interés puesto en el uso de esta herramienta de comunicación, tanto de tu blog personal como en los colaborativos, así como por tu participación frecuente y casi siempre bien orientada en las clases. Invitarte a usar la Red en un futuro en otras actividades formativas. Enhorabuena.

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